un chico no tan malo
Mientras transitaba los tugurios variopintos de la escena cool de Barcelona, Juanjo Sáez se mandó de cronista provocador e ingenuo de la modernidad. Los mecanismos que deconstruye viñeta a viñeta nos resultan harto conocidos.
De este lado del micrófono se entiende rápidamente que hay entrevistados y entrevistados. De la misma manera, imagino, que del otro lado ven entrevistadores y entrevistadores; encarnación de alguno de estos estereotipos será un Tognetti, por ejemplo. Entre los entrevistados están básicamente los difíciles, que se caracterizan por dejar picando la pelota, que se sienten entrevistados en cada miserable segundo y con pausas muy concertadas te urgen a que ejercites tu papel para que ellos puedan ejercitar su rol prominente. De quienes, vale decirlo, no necesariamente salen malas entrevistas.
Después están los… ¿cómo llamarlos? Decirles “fáciles” puede suponer que los reducimos a la categoría de objetos…, y lo cierto es que resultan tan entrañables que no me animo a semejante ofensa. Pues bien. A este grupo pertenece Juanjo Sáez. Llego con una G7 y la revista es el pie perfecto para hablar de Argentina y su devenir. “Concentración”, me digo unos minutos después, y le digo a él que no estoy para hablar sobre mí. Pero esto recién empieza y la realidad es que caeré más de una vez en el agujero negro de mis propios fútiles asuntos. Algo alarmada comprendo al final de la charla tan amena que si un entrevistado entrañable se encuentra con un entrevistador poco exigente, la entrevista puede sucumbir irremediablemente.
Ya ven: Juanjo tiene esa halagadora habilidad de virar el centro de atención. Lo cual habla muy bien sobre él mismo. Tiene un Oro de Cannes por una campaña para Nike, formó parte de la exposición “Signos del siglo xx” entre los más destacados diseñadores gráficos de la España actual y su libro publicado hace unos meses va por la segunda edición. Pero parece no creérsela. Podría decirse que tiene demasiado claros esos caprichosos vericuetos del éxito que de refilón desentraña en su propio libro, Viviendo del cuento, un trabajo autobiográfico que surgió de las tiras que durante unos seis años publicó en la revista de tendencias .H (léase “punto hache”); desde ahí, con sus dibujitos de nenes, se metió, como él mismo dice, con “todos los temas que he visto y conocido de esta pequeña comunidad moderna que tanto le gusta mirarse el ombligo y que le encanta que hablen de ellos aunque sea para reírse”.
(sigue en COMMENTS)