9/4/08

transversalidades


METAL magazine

MM dixit: “Por ejemplo, imaginemos que estás en Givenchy y tienes que comisionar un shooting. Para ti es mucho más seguro que lo haga... digamos... Peter Lindbergh que un desconocido. Porque si Peter Lindbergh hace algo mediocre, tú pediste al mejor, entonces estás cubierto. Si pides a un desconocido y algo sale mal, eres tú el que se va. Entonces, en este mundo de economía y miedos, lo que sucede es que la gente prefiere trabajar con gente conocida, con valores seguros. Así todo circula dentro del mismo círculo”.
Michel Mallard es un pragmático, un tipo de acción, y escasamente se deja tentar por las posibilidades filosóficas de la relación entre moda y fotografía o qué cosa es arte y qué no lo es. He pensado en confrontarlo con la idea de Thomas Hirschhorn respecto del arte como rebeldía y la moda como lo contrario a la rebelión, que sólo quiere caer bien para que la compren, pero desisto muy pronto. Él está en otro lugar. Él busca el hueco, atiende a los intersticios, y examina los terrenos en pos de espacios fértiles para crear contenidos y derribar fronteras. En su charla, el sitio que no ocupa el divague intelectual lo tiene en cambio una infinidad de proyectos, ejemplos y nombres que funcionan como puerta de entrada a su universo creativo y a una mirada personal e intrépida.
Michel Mallard es también un visionario. Su intuición le ha granjeado tanta admiración en estos tiempos como, en alguna ocasión, suspicacia en las filas comerciales de las compañías. Es un visionario al que le interesa potenciar la creación visual de nuestros días y permeabilizar las barreras que delimitan géneros en la fotografía y el arte, las que separan lo “comercial” de lo “artístico” y lo “serio y reputado” de lo “frívolo y banal”. Actúa desde el sistema y sus paradojas y ataca los prejuicios y las limitaciones de las mentes conservadoras: “A ellos les interesa en qué formato está [una fotografía], si es un C-print, una impresión digital, un dry transfer, un vintage o cuánto vale. A mí me interesa la imagen y lo que ella vehicula; su estética y su contenido; qué cuenta, cómo es utilizada y, hoy, en la actualidad, cómo vive esa imagen”.
(sigue en COMMENTS)

1 Comments:

Blogger Paula Yacomuzzi said...

Si la constricción de la alta cultura es su target, la flecha con la que dispara son trabajos como el que realizó con el artista austriaco Erwin Wurm para Vogue Hommes International. Los sujetos de Wurm, ejecutores de sus One Minute Sculptures, se vistieron para la ocasión con trajes de Gucci o Prada, “en un ejercicio para el que [el artista] tuvo prácticamente la misma libertad creativa que para una exposición”. Las escenas extrañas e hilarantes de Wurm, la escenificación del absurdo que irrumpe en la cotidianeidad y evidencia hasta la rigidez de nuestros comportamientos, su exploración sobre la escultura y la performance… La obra de Wurm llega así a un millón doscientos mil lectores potenciales, en un trabajo que el director de arte produce en co-inteligencia con el artista. Eso atrae a Michel Mallard. O lo que hizo con Jonathan de Villers para un especial de Vogue, que consistió en fotografiar desde las alturas a los limpiadores de cristales de la Jin Mao Tower, donde está el Hyatt de Shangai, vestidos también con trajes de Gucci o Prada. “De esa manera, al abrir Vogue, la gente puede ver Shangai desde lo alto, y al mismo tiempo hablamos de la sociedad china y sus trabajos.” Y esto por citar un par de ejemplos. “La moda es un pretexto y el vehículo para poder hacer cosas interesantes”, afirma, y “la fotografía es un fluido, un lenguaje, comunicación, que por lo tanto puede ser difundida de muchas maneras: en un libro, una revista o, en otro tamaño, en un museo, en una galería, en un billboard o en una pantalla de plasma”.
La mansedumbre de muchos consagrados es un obstáculo a sortear. “Hay que trabajar con las locomotoras del mundo de la imagen internacional –propone Michel–: porque son inteligentes, tienen gusto y poder de decisión y no se mueven únicamente por intereses personales.” Profesionales como el crítico del New Yorker Vince Aletti, o Dennis Freedman, director creativo de W magazine, o Marie-Claude Beaud, directora del nuevo Museo de Arte Moderno de Luxemburgo. También le interesa el talento joven. Él mismo es un apasionado rayano al romanticismo y elige trabajar y promover a los jóvenes porque ellos tienen “energía e ideales” y porque “serán los responsables de fabricar la imagen del mundo en un futuro próximo”. Esta vocación es también para Mallard una deuda personal, porque un día Hachette lo llamó cuando apenas salía de la escuela y le puso una revista en sus manos. Ahora cree que debe lo mismo a los demás.
La revista que Hachette puso en sus manos fue L’Autre Journal, una publicación de gran tiraje en donde trabajó en colaboración con Sophie Calle, Barbara Kruger, Peter Greenaway, Baudrillard o Paul Virilo. Y que además fue el inicio de esta carrera sin descansos. Entre aquel comienzo en 1992 y este 2008, lleva diez años como director artístico del Festival de Hyères y ha tenido en sus manos la dirección de arte de Biba, Jalouse, Taste, L’Officiel, Big, Blast y Vogue Hommes International. Ha concebido y diseñado libros de fotografía para Schirmel & Mosel o Steidl, como los de Thomas Ruff, Jean-Baptiste Mondino y Candida Höfer. Ha curado exposiciones en el Museo de Arte Moderno de Luxemburgo, en el Centro Nacional de la Fotografía de París, en la Photographer’s Gallery de Londres, en Unit-F en Viena y en el Museo Kaosiung de Arte Contemporáneo de Taiwan. Ha sido curador invitado a los Encuentros de Arles y ha dirigido la Bienal de Fotoseptiembre de Ciudad de México. Ha fotografiado a actores y celebridades como William Dafoe, Asia Argento, Ségolène Royal, los Beastie Boys, Carla Bruni o Jean-Charles de Castelbajac y en los últimos años vuelve a hacer publicidad, ahora para Kenzo Perfumes e Issey Miyake y, recientemente, explorando la imagen en movimiento para un anuncio del Ministerio de Salud de Francia.
Curador, director de arte, fotógrafo y diseñador, Michel Mallard elige describirse como “activista cultural”. “A lo largo de los años, en esta carrera algo esquizofrénica, heterogénea, lo que ha reunido estas exposiciones, festivales y revistas es la voluntad de hacer algo que tenga cierto sentido y que defienda la diversidad y la cultura –examina–, al igual que la posibilidad de innovar en la comunicación.”


LONDRES
MM dixit: “Creo que los ingleses sí son verdaderamente piratas, que en eso tienen tradición milenaria. Si llegas allá te toman, te aprovechan, te usan, y al mismo tiempo te dan oportunidades”.

¿Qué te lleva a Londres la semana próxima?
Voy a montar e inaugurar la exposición de Exactitudes [www.exactitudes.com] en la nueva galería Ultralounge, de Selfridges, que tiene unos 300 metros cuadrados. Lo hacemos en colaboracion con la Photographer’s Gallery, que me ha pedido de proponer unas exposiciones y curarlas.
Hice la primera expo de Exactitudes en Hyères en 2005. Son holandeses, viven en Róterdam, y fotografían tribus, categorías socio-culturales: punks, activistas ecológicos, musulmanes de Ámsterdam, artistas, rockabillies, góticos. Gente real, no modelos, y los sitúan como si fueran una colección de mariposas. Así hacen una especie de planchas entomológicas. En las imágenes, usan fondo blanco y ponen a la gente de una misma tribu en la misma pose; así las similitudes entre los sujetos de un mismo grupo se hacen súper evidentes. Es interesante porque todos creemos que somos originales y que la moda no nos influencia y, sin embargo, todos pertenecemos a un estereotipo. Al mismo tiempo es un trabajo lúdico, divertido. Comenzaron en Holanda y luego han hecho cosas en África o en China, como gente que sale a la calle en pijamas en Pekín.
Cuando expusimos en Hyères tenían unos 80 grupos, ahora hay alrededor de 90. Y dentro de la expo se instalará un estudio de fotografía donde se fotografiarán algunas tribus de Londres. Porque, extrañamente, nunca han fotografiado ni expuesto en Londres. Entonces habrá tres tribus nuevas, doce fotos por cada una. Quizás algunos de los últimos punks de Londres, los traders de la City y probablemente el estereotipo de la gente que frecuenta Selfridges.

Habías colaborado anteriormente con la Photographer’s Gallery.
Sí, es una institución muy buena que me interesa mucho. Hice con ellos una exposición en 2004, con un amigo japonés, Kyoichi Tsuzuki, que se llamó Fashion (Happy) Victims. Él fotografía también de un modo social las víctimas de la moda en Japón, gente que vive en una habitación de doce metros cuadrados, que tienen muy poco dinero y lo gastan todo en su marca favorita. Estaban los locos por Gucci, los locos por Prada, por Commes des Garçons. Esta gente tampoco pertenece al estereotipo que la moda te quiere vender; Chanel quiere que seas rico, europeo o germánico, con ojos claros, con chofer, un Mercedes Benz y un jacuzzi. Esta gente es totalmente lo opuesto, porque no tienen mucho dinero y lo gastan todo en una marca, y finalmente son sus mejores clientes. Lo curioso es que esas marcas en Japón los desdeñan porque no tienen jets y mansiones.
Próximamente, además, en julio o agosto, haremos otra expo en la Photographer’s Gallery. Se llamará Fashion in the Mirror y trata sobre la moda que se mira a sí misma. Es la primera vez que la Photographer’s Gallery hace algo que es moda plenamente. Todo esto se basa en que tanto en París como en Londres la alta cultura desprecia de algún modo a la moda, porque perciben sólo su lado negativo, la ven como algo frívolo y poco interesante. Entonces buscamos un tema interesante e histórico. Así nos remontamos a los primeros años con Avedon y Munkácsi, donde ya se utilizaba la moda que se fotografía a ella misma, y hasta el día de hoy, que es el paroxismo total, en que Carine Roitfeld, la editora de Vogue Francia, está en la portada de Purple Magazine, o por ejemplo lo que hice para L’Officiel, que me fotografían a mí, como director de arte, dirigiendo un shooting.

Un fenómeno similar al que sucede en el arte. También el arte es autorreferencial en una gran medida…
Sí, exactamente.

Igualmente te vuelcas hacia un lado muy social.
Sí, claro, hacer moda por hacer moda no tiene mucho sentido, ¿no? Bueno, tiene sentido porque es un territorio que se renueva todo el tiempo, y es muy enriquecedor poder experimentar sus ciclos, que son más rápidos que los del arte incluso. Producimos miles de portadas de revistas al año, shootings, belleza, cocina, todo lo relativo a revistas. Eso por un lado, y por el otro, la moda, no siendo un arte en sí misma, no es tomada muy en serio por mucha gente. Las fronteras son bastante vagas. Por ejemplo, aquí en Francia, en un momento el Ministerio de la Cultura se muda de edificio y no saben si llevarse con ellos la asociación de la moda que albergaba con él. Porque no está claro si la moda es cultura… o es comercio… No saben dónde situarla. Y lo mismo pasa desde el otro lado, quienes la comercializan ven que sí es comercio pero también probablemente tenga algo que ver con el arte.
Todas estas características convierten a la moda en un territorio súper interesante. En el festival de Hyères y con todas estas exposiciones, me permito jugar con la moda, con el reflejo de la moda en la cultura y de la cultura en la moda, con la sociedad, el arte y el reportaje… Así se abren estos universos a una fotografía que es mucho más rica que la fotografía de moda en sí misma, que termina siempre mordiéndose la cola. Nutriéndola del arte y otras influencias, el género se renueva.


HYÈRES
MM dixit: “En Hyères traemos fotografía de paisaje, retrato, reportaje, fotografía artística, de moda, todos los tipos de fotografía que pueden nutrir no sólo a la moda sino a los medios de comunicación. Porque no es interesante únicamente la foto de moda sino la visión fotográfica de la gente joven, estos sismógrafos que son los fotógrafos jóvenes que retratan a la sociedad de hoy. Y finalmente cómo se refleja esto en las galerías, en las revistas o en los medios de comunicación”.

¿Y fue fácil de comprender este concepto de la fotografía en Hyères?
No tanto. La primera edición fue extraña para mucha gente. Que fuera un festival de moda donde la fotografía no es necesariamente de moda provocó dificultades con sponsors potenciales, que no entendían lo que se hacía aquí. Ellos querían ver moda y nosotros mostrábamos nuevas escrituras, fotógrafos jóvenes con una cierta visión, un lenguaje original, que se puedan orientar no sólo a la moda sino que El País los pueda enviar a fotografiar un edificio en China o Le Monde los envíe a hacer un retrato. Pero la gente que no tiene esa sensibilidad no puede entender cuál es el link entre una naturaleza muerta y la fotografía de moda o la foto más comercial. Resultó entonces que los fotógrafos de ese año se volvieron todos estrellas. Teníamos un jurado internacional que entendió el mecanismo y les pidió cosas. Por ejemplo, gente de esa época hizo durante los dos años siguientes la campaña nacional de Prada, o la campaña de Yves Saint Laurent, o Chloè.
Cuando eso comenzó a salir a la luz, entonces ya me empezaron a dejar hacer. Porque al principio eran quejas, “hay que hacer más moda”. Tristemente, al medirse todo con los éxitos de la publicidad y del dinero, fue eso lo que me dio la libertad luego. Vieron que esto funcionaba. Lo triste era que no se valorara lo más importante de todo: que los fotógrafos pudieran hacer su trabajo personal. Porque hay gente que se orientará a las marcas, pero otros buscan poder hacer su trabajo personal.

Este año se realiza la vigésimotercera edición del festival de moda de Hyères, de donde han salido nombres como Viktor & Rolf, Gaspard Yurkievich, Marc Le Bihan, Christian Wijnants o Henrik Vibskov. El evento y certamen fotográfico, que se lleva la otra mitad del nombre de “Festival Internacional de Moda y Fotografía”, es más reciente. Ahora cumple diez años, al igual que la presencia de Michel como su director de arte, ya que fue convocado en 1998 para dar forma al concurso de fotografía, una plataforma que lanzó a fotógrafos como Camille Vivier, Daniel Stier, Vava Ribeiro, Luciana Val y Franco Musso, Erwan Frotin. Alexei Hay, Charles Fréger, Anouschka Bloomers y Neils Schumm, Loan Nguyen, Matthieu Bernard Reymond, Joel Tettamanti...
Michel Mallard impulsó también desde sus primeros días la idea de montar en la Villa Noailles, donde se aloja el festival, exposiciones tanto de moda como de fotografía. Así la antigua mansión cubista de los banqueros y mecenas del arte que fueron Marie-Laure y Charles de Noailles se imbuía, además, del espíritu de sus tiempos pasados.
En las primeras exposiciones invitó, por ejemplo, a Hussein Chalayan o a Guy Bourdin, que por primera vez veía sus oníricas imágenes de moda colgadas en gran tamaño en una pared (“algunos comentaron que Bourdin hacía lo mismo que Inez van Lamsweerde en sus comienzos, cuando es al revés –se sorprende Michel–, tan poco se conoce sobre los precursores”). Al 2008, le deparan las exposiciones de The Sartorialist, cuyo blog ha sido catalogado por Time Magazine como uno de los cien más influyentes del mundo y que expone por primera vez en Europa, y la primera retrospectiva del septuagenario Melvin Sokolsky, que a principios de los años sesenta innovó la fotografía de moda, con ideas extravagantes y a veces de una puesta en marcha compleja que él, sin embargo, supo plasmar desde la austeridad tecnológica de esos años. “No me interesan exponer en Hyères a los fotógrafos consagrados de hoy en día –advierte Michel– ya que están por todos lados, y todo el mundo los admira, son el establishment. Nos interesa exponer a los que van en camino o a quienes han hecho historia y quizás han sido olvidados.”
También las comisiones que realizan los fotógrafos ganadores del año anterior traen efervescencia creativa a la Villa Noailles, al igual que diálogo con su arquitectura, con su historia e incluso con la ciudad de Hyères y sus habitantes e inmediaciones. “Mi idea –dice Mallard– era también un poco integrar a la gente del lugar con el festival, ya que anteriormente llegaban unos aviones de Londres o Nueva York con gente que no tenía nada que ver con la ciudad, gente extravagante que se instalaba allí por unos días y luego se volvían. Un año fotografiamos a gente del lugar: al panadero, al tipo que alquila el camping, a los jóvenes de allí…”. En 2006, Thomas Mailaender, uno de los diez ganadores de la edición anterior, fotografió en la playa los diseños galardonados, colocándolos sobre objetos esculpidos en arena por uno de los campeones franceses de escultura en arena, que, según Mallard, “es una de esas artes menores que también desprecia la alta cultura”.
Este año, las comisionadas son Popel Coumou y Jessica Roberts. Coumou hará reproducciones libres de la Villa Noailles en cartón y plastilina, como en la serie con la que ganó el año pasado. Luego hará fotografías de sus maquetas y las imágenes se expondrán durante el festival. Roberts, en tanto, premiada en 2007 con un reportaje de adolescentes de Filadelfia refulgente de sexualidad, hará las tomas de las colecciones ganadoras, esta vez en las habitaciones que ambientarán, entre otros, Bless y Floreance Doleac (ex Radi Designers).
Aún queda el concurso de fotografía. De los 420 portfolios que se presentaron este año, el estudio Michel Mallard hizo una primera selección de 60 trabajos. De esos 60, tras el fallo del jurado internacional convocado para la ocasión, han quedado diez, que son los que mostramos en estas páginas. Finalmente, entre el 25 y el 28 de abril, durante el festival, se elegirá un único ganador, o dos, como ha sido en las últimas ediciones.
Entonces el jurado estará integrado por diez de esas locomotoras de la imagen sobre las que habla Mallard, que pueden incluir, por ejemplo, a un comisario japonés, al director de la Photographer’s Gallery, alguien de Christie’s, un editor de I-D o Vogue o Wallpaper o al director de una agencia de publicidad. Este jurado discute durante tres días frente a los diez portfolios y sus autores. “Cada uno de ellos ve a la fotografía de un modo diferente. Así, una vez al año se discute la fotografía sobre bases concretas, que son estos portfolios. Y se hace desde visiones diferentes, no desde la visión cerrada del arte, la publicidad o la moda. Una vez más, es algo transversal, multidisciplinario, un jurado completamente ecléctico.”
Para participar no hay límites de edad. Importa que la fotografía sea innovadora, interesante, y que su autor no haya hecho grandes exposiciones o colaborado con Vogue o con I-D. “Porque la idea es ayudarlos y darles oportunidades –vuelve Michel–. Hay gente conocida que quiere participar; lo cual es una paradoja, hay gente que lo quiere todo.”
Así, los diez participantes del certamen son todos ganadores potenciales, ya que tienen la posibilidad de encontrarse cara a cara con los miembros de este jurado, profesionales de primera línea que ostentan unas agendas ajustadísimas y que jamás estarían disponibles para un ignoto. Y de ahí salen muchas veces con trabajo, además de llevarse su obra impresa en altísima calidad, y de forma gratuita, si es que consiguieron acercarse a París en los meses previos al festival.


PARÍS
MM dixit: “París es una ciudad súper conservadora. Quedarse en París es lo peor, aquí nada realmente se inventa. Imagina que llegas a París con tu portfolio desde Buenos Aires. Eres joven, y eres nobody. Y cuando eres nadie, pues nadie te recibe, ya que la ciudad y también este medio son tan conservadores. Resulta que el arte se cree muy avant garde pero en realidad es muy conservador”.

Porque vive de replicar los mismos valores y esquemas del sistema.
Así es. Y uno cree que en el arte todo está permitido y todo se puede cambiar y resulta que en el arte finalmente es un muy pequeño público y muy incestuoso. Somos 3.000 personas en París, y diré que ya no pertenezco a ellas, que se ven todos los fines de semana en tal vernisage, en tal galería, en este opening. Es un circuito cerrado.
Esto también sucede en la moda, evidentemente, aunque a otro nivel. Y aquí ya es más abierto el comercio, no existe la arrogancia del arte de ser “artista” y pertenecer a ese mundo. A mí lo que me ha decepcionado es que hay mucha gente joven con quienes comenzamos, que perdieron ese espíritu y se perdieron en el dinero… Es una visión bastante naïve la mía probablemente [ríe].

La gente muchas veces se queja de que no existen las plataformas donde poder continuar ejercitando la creatividad.
Entonces, si no existen las plataformas, hay que crearlas. Mira, hay otro buen tema que algún día tenemos que hacer, sobre el cual di una conferencia recientemente: rebellionomics, o sea, los rebeldes y la economía, todos los rebeldes que se reciclan luego en la economía. Todos queremos ser diferentes y hacer cosas nuevas, pero en todo lo que haces te das cuenta de que eres copiado y reciclado. Entonces no hay salida. Estamos de por sí atrapados. Estamos viviendo en la ilusión de que Hyères va a conseguir cambiar la escena. Pero ¿qué sucede? Sucede que luego Microsoft va a tomar a los fotógrafos jóvenes que salgan de allí. Entonces finalmente siempre eres una parte del sistema. Gente como Oliverio Toscani, por ejemplo, son distintos pero al final siguen siendo lo mismo; más interesantes que los otros en ciertos aspectos, pero todo se reabsorbe. Es triste lo que pasa en Francia; los anglosajones, en cambio, son más pragmáticos. Allí reciben a fotógrafos de aquí y éstos luego regresan y entonces sí son recibidos.

El fenómeno “Nadie es profeta en su tierra”.
Sí, aquí nadie quiere tomar riesgos. Entonces cuando alguien como yo toma riesgos, esto crea un aura, una reputación, que por un lado es benéfica, porque saben que no estás limitado. Pero también maléfica porque para las cosas grandes comerciales me tienen un poco de miedo, porque creen que no te pueden controlar, o sea, ven que no eres lo mas fiable y seguro de acuerdo a sus códigos.

¿Hay iniciativas que te han interesado especialmente en los últimos tiempos en París?
Me interesó la nueva trienal de París, que llevó el nombre “La Force del’Art” y que invitó a participar a gente tan rica y versátil como Michel Gondry. También me invitaron a mí. Allí, en el Grand Palais se presentó la creación contemporánea de Francia. En el 2006. Fue muy interesante. Yo mostré un vídeo llamado Art Director's Cut, en referencia al “director's cut” del cine, que hicimos con mi hermano Alain-Paul y que se puede ver en dailymotion.com (www.dailymotion.com/relevance/search/mallard%2Bmichel). Aunque algunos de los materiales que se muestran allí no son mis preferidos, yo no los hubiera escogido, pero sí le interesaron a Alain en función de lo que queríamos comunicar.


MÉXICO
MM dixit: “Cuando llevamos dos exposiciones en el 2005 al DF la gente no podía creer que fotografiábamos albañiles chinos en trajes Prada. Así que pensaban que Francia sería el paraíso visual y editorial. Aunque este tipo de fotografía no es ni el cinco por ciento de lo que se ve en Francia, ya que el 95 por ciento no es interesante porque no tiene un punto de vista ni una idea que proponer o defender. Yo me quejo mucho pero sé que mucho de lo que hago es impensable en México. Porque hay otras prioridades simplemente, que son comer y vivir. Y los medios de comunicación ahí son muy comerciales, tradicionales y austeros”.

No sabía que mantenías una conexión profesional con México [allí nació y vivió hasta los 18 años].
No, no, nunca había tenido. Hasta que invitamos a Hyères al director del centro de la imagen, el centro nacional de la fotografía en México, Alejandro Castellanos. Cuando Castellanos vio lo que era esto, me invitó como curador de la Bienal de Fotografía en México. Así fue que hice allí, con Raphaëlle Stopin, doce exposiciones en unos ocho museos de primer nivel en México, que fue muy halagador y enriquecedor, y al mismo tiempo un poco de locura porque no había dinero y todo era muy complicado. Ahora me han pedido una exposición en noviembre sobre mi trabajo de dirección artística. No sé exactamente en qué museo se hará, pero estará patrocinado por una escuela de niños popis de Las Lomas, una escuela que busca ser de primer nivel en arte, moda y comunicación en el mundo y llevan a gente como Stefan Sagmaister o a Walter van Beirendonck.

¿Cuándo fue esa primera incursión en México?
Eso fue 2005. Ese año fue una locura. Hice 27 exposiciones. Cinco en Hyères, cuatro en Arles, dos en Taiwán, una en Shangai, una en Toronto, doce en México… Y fue el año en que mi estudio casi quebró. Yo andaba por todo el mundo, con una copa de champaña en Toronto con Edward Burtynsky, este fotógrafo sensacional con quien nos hemos hecho amigos… Pero ¿quién paga el alquiler y mi estudio? Así que ése es un poco el mito del mundo del arte también, y resulta que te pagan los viajes y el hotel por cuatro días, pero no paga la vida y los alquileres. Así que tuve que cortar con las exposiciones y en 2006 tuve que enfrentarme a hacer más publicidad, más fotografía mía, porque finalmente de eso vamos a vivir. La vida del festival es apasionante pero no ganamos dinero; los viajes, como ahora que iré a Los Ángeles a encontrarme con Melvin Sokolsky, los paga la publicidad que hago.


SUDESTE ASIÁTICO
MM dixit: “Mi cerebro está continuamente estimulado porque salgo. Me encantaría seguir viajando. (Al mundo de la moda le interesan en realidad tres ciudades, París, Nueva York, Londres, y un poco menos Milán, Tokyo ya queda muy lejos, lo demás casi no existe). Yo nunca he estado en Brasil. Ya ves que ha caído Fidel hace unos días… A ver qué pasará allí. Nunca fui a Cuba finalmente, desgraciadamente no lo hice antes. También hacía 15 años que no estaba en Roma y estuve hace poco para fotografiar a Asia Argento. Como a Barcelona, hace 15 años que no voy”.

Pues la encontrarás muy cambiada.
Seguramente.

Y parece que has mudado esa pasión que tenías por Japón unos años atrás por el Sudeste Asiático.
Es interesante porque Shangai es una ciudad donde todo se está construyendo. Y por fortuna me han invitado. Lo de China ha sido una coyuntura; tienen dinero para hacer cosas. También estuve en Bangalore, el Silicon Valley hindú, para Vogue. Ahora me interesa ir a Dubai, estuve en Bahrain haciendo una revista de Formula 1 para Redbull, pero no en Dubai, que me interesaría muchísimo. Parece que quieren hacer allí la ciudad del futuro. El edificio más alto del mundo, la ópera… Me gustaría ir a ver todo lo que se está construyendo por allí. Las Palmas… en fin. Esa megalomanía, esa locura, me interesa verla. Les acabamos de proponer de hacer la revista más ambiciosa y más cara del mundo, a ver si muerden...

10:27 a. m.  

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