18/6/08

fotografía y moda en un entorno inspirador


METAL magazine

Las casas que cuelgan de las colinas son de color melocotón y lo demás son jardines, muchos jardines. Me dice Melvin Sokolsky, el fotógrafo sobre cuya obra se expone aquí una retrospectiva, que esta Hyères de la Costa Azul francesa no dista mucho de su California. Tanto mar y playa, casas melocotón y jardín. Personalmente, lo que me atrapa de Hyères son sus alrededores protocapitalistas. Piscinas de plástico y macetas, pistas de coches de carrera para niños, parques de atracciones y caravanas amontonadas…
El Festival International de Mode et de Photographie de Hyères es menos onírico de lo que había imaginado. Lo descubro al final, al recordar el tono de Diane Pernet en sus crónicas filmadas sobre estos días de fashion y fotografía. Claro que ella tiene esa voz cascada, pero ahora encuentro que su acento monocorde y las oraciones sin verbo tienen que ver más con divagar que con un clima de ensueños. Reflejan la forma en que transitamos por la villa Noailles; atentos a los detalles, despiertos pero relajados, gustosamente. Estimulante, evocador e inasible de a ratos, Hyères y sus exposiciones, desfiles, buffets, cenas y fiestas resulta más cálido, gratamente previsible y real que los sueños.
Desde el principio hay que dejarse llevar. Trepar a la villa Noailles, la casa cubista que los antiguos mecenas del arte Marie-Laure y Charles de Noailles hicieron construir en los años veinte y donde se realiza gran parte de la actividad. Una vez allí, subir y bajar escaleras entre pasillos estrechos que conducen a muchos cuartos y quizás a alguna de las terrazas. En algún momento descubrir que en la suma de terrazas se ejercita la mirada cubista, sobre el césped del jardín y la gente que se estira en las tumbonas. De la misma manera variable y en movimiento en que se contempla arte y moda en el festival.
En las fotos de Melvin Sokolsky las mujeres son frutas exóticas. Desde los sesenta hasta la actualidad, las escenas son de un surrealismo calibrado y las mujeres tan fememinas como ya no solemos ver. Él es un maestro exento de ego al que todos homenajean durante el festival. La exposición de The Sartorialist tiene pocas fotos pero escogidas excelentemente. Pienso en el punctum barthesiano. “Los zapatos de tiras”, dice Barthes en mi cabeza mientras contemplo el gesto afectado de una mano con guante negro. Así punzan las imágenes de The Sartorialist; distraen de la ropa como complemento y retienen en la intensidad del retrato. En la piscina cubierta, Haider Ackermann tiene una instalación con unas prendas ligeras como el aire tibio y otras pesadas como árboles centenarios. Cuelgan de sogas entre el techo y el suelo, mientras suenan unas notas suaves, acompasadas. También exponen imágenes e instalaciones Felipe Olivera Baptista, Popel Coumou, Jessica Roberts, Ludivine Caillard y Éric Lebon, y se pueden ver cortos y vídeos de You Wear It Well.
(sigue en COMMENTS)

1 Comments:

Blogger Paula Yacomuzzi said...

En una carpa translúcida en el exterior están los diez diseñadores en concurso y en una sala con techo abovedado, los diez fotógrafos. Unos muestran su colección, los otros sus portfolios completos. Los jurados (como cada visitante) han tenido ocasión de charlar personalmente con cada uno. Dice Marta Gilli, que integra el jurado de fotografía, que “lo que cada uno tenga para decir de su obra puede ser más valioso que esas tres o cuatro fotos que da a ver”. Pienso en que no siempre los artistas son capaces de comunicar su obra en palabras…
El domingo, después del desfile, se nombran los ganadores. La francesa Audrey Corregan se lleva el primer premio de fotografía con “Obviously”, un trabajo en el que los modelos –todos pájaros– dan la espalda a la cámara, resistiéndose hasta tal punto a la mirada que terminan sugiriendo confusamente siluetas humanas. La alemana Amira Fritz obtiene el segundo premio. Fotografiados en entornos silvestres, los arreglos florales que hace su madre revelan toda su artificiosidad; la paleta de color apagadísima resulta harto evocadora. En moda, el inglés Matthew Cunnington gana el primer premio con una colección en negro tan íntima como delicada y que roza la perfección formal: en la composición, selección de materiales y exploración de la silueta. Finalmente, el belga Jean-Paul Lespagnard obtiene el segundo premio y la efervescencia del público con una colección extravagante sin desperdicios. Su personaje es Jaqueline, cuyo vestuario se inspira en cowboys texanos, los clowns que entretienen en los rodeos y la pasión belga por las patatas fritas. La música de su desfile es la banda sonora de esta 23º edición del Festival de Hyères.

10:05 p. m.  

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