24/5/05

el arduo asunto de permanecer adentro




revista G7

Las revistas de tendencia son la herramienta mediática indispensable para construir y consolidar el entramado cultural de lo "in", lo "hip", lo "cool", lo "fashion", que en español llano y rápido viene a ser lo "moderno". ¿Enfermos por la novedad?

En su última novela, Jardines de Kensington, Rodrigo Fresán pone a su personaje Sebastian “Darjeeling” Compton-Lowe, líder de bandas contemporáneas y archienemigas de los Beatles (personaje inspirado en el líder de The Kinks), a profetizar sobre el paso del pop por la historia. Dice Compton-Lowe: “Inventamos algo, pero lo que inventamos, también, es algo terrible: la muerte precoz de lo original, la velocidad de la moda, la concepción efímera de las tendencias, la cultura del relámpago, la aceleración pop”. Y así, este “torpe Nostradamus de la música pop” descubre un futuro, nuestro presente, “asolado por clanes cada vez más efímeros”.
¿Hablará sólo sobre música? Es que las “modas de humo” –otra expresión de Fresán– alcanzan todos los escenarios por estos días, y los livings, y hasta los pasillos, y al final no queda un solo resquicio de nuestras vidas que no acuse recibo de lo fashionable o lo tendenciable. Del turismo al sexo, todo viene dado en términos de moda. Unas modas que nunca superan los cinco minutos de tiranía.
Por si fuera poco, una explicación verosímil es la del francés Gilles Lipovetsky (en El imperio de lo efímero, recientemente reeditado por Anagrama), que dice sin más que en nuestro mundo la novedad funciona como motor de experiencia emocional, o sea: que casi a diario necesitamos algo nuevo para provocarnos una vida en éxtasis continuo y movilizar nuestra voluntad vividora.
(Y todo a quienes creíamos que ésta era la afamada crisis de insatisfacción de los treinta.)
(sigue en COMMENTS)

1 Comments:

Blogger Paula Yacomuzzi said...

He aquí las revistas
En esa dinámica que conecta las modas con la emoción de vivir, las revistas de tendencias en la Europa de los cinco, en Estados Unidos y Japón pero también en la nueva Europa extendida, en Colombia o en Argentina, resultan piezas esenciales que traen el mundo codificado en clave fashionable y nos advierten cómo descifrar “correctamente” el universo cotidiano de acontecimientos y modas de humo. Manuales cotidianos de la vida moderna, olfatean tendencias y las suben a la superficie.
En el profuso revoltijo actual se adivinan tres líneas: las que son claras guías de la modernidad, con intenciones periodísticas (notas del modo convencional, críticas de música, videojuegos, arte o lo-que-venga, a veces crípticos ejercicios del lenguaje y los conocimientos) y víctimas de las más despectivas críticas de frivolidad; las que se dedican a difundir las averiguaciones visuales de artistas gráficos de toda índole y que así propagan estéticas; y las que siguen el modelo Adbusters, a modo de “lijas culturales” que ejercitan la sospecha y el cinismo.
Pasemos a Argentina. Convengamos en principio que el big metal hace posible en Europa productos gráficos diez o veinte veces imposibles en nuestro país. Así las cosas, miremos Wipe, G7 y Superlab, Inrockuptibles, Rolling Stones, Planeta Urbano, La Mano y Soy Rock, Tipográfica (diseño), Seven, Vestir y Código8671 (de Zona Norte) y también (pionero en cuestiones de lenguaje) el “Radar” de Página/12, y UrbConnexion (de Lucky Strike), e incluso la uruguaya Pimba. Saltamos Ramona, de artes visuales, más tribuna de debate y difusión; y recordamos proyectos deliciosos de unos añitos atrás como Microdosis o Mondus Operandi.
Las revistas de tendencias nacieron en la Inglaterra de los 80s (The Face primero, después I-D y Dazed & Confused); eran el salvavidas que nos rescataría de los sofocantes mares de fast-food cultural en los medios masivos, proyectos editoriales independientes que sólo debían rendir cuentas a su propia honestidad. Atravesado el 2000 y mientras se multiplican por doquier, son el blanco al que apuntan unos cuantos dardos: que resultaron formas alternativas de negocio; que son frívolas, panfleto del pensamiento insustancial y del propagandismo ilustrado; que su lenguaje es críptico, elitista, para entendidos; y que, en su difusión de lo que es moda, resultan perversos agentes de la mercantilización cultural.
En tanto, los integrados les reconocen méritos como “haberle dado la vuelta a los cánones editoriales, romper las barreras entre periodismo y arte (en especial desde el punto de vista gráfico), hacer bandera de la ironía e imponer la sofisticación en los contenidos, inventar y definir la novedad, saber inspirar o, simplemente, tener estilo”, todo en palabras de Rafa Rodríguez, coordinador del recientemente desaparecido suplemento de tendencias “La Luna” del diario El Mundo.

El primer festival
Había muchas expectativas puestas en el primer Festival Internacional de Revistas de Tendencias CMYK. Porque se intuía que las revistas de tendencias funcionan como columnas vertebrales de la modernidad, pero también porque se editan en todo el mundo y acá prometían una buena muestra y el convite de pensarlas en conjunto y de tocarlas a todas (invitación casi orgiástica para tanto voyeur suelto). También porque estarían Terry Jones, el padre-luminaria de la tribu, que traía además una retrospectiva fotográfica de I-D (que ya paseó por Buenos Aires, en realidad), y Gilles Lipovetsky, para poner un poco de pegamento letrado al astillado panorama de la post-posmodernidad.
Pero el festival pasó sin muchas penas y con pocas glorias. Las gentes de las revistas supieron hacer lo cotidiano: se dijeron a sí mismas, describieron lo que hacen y lo que les gusta intuyendo la intuición de las nuevas tendencias de hoy por la noche y –faltaba más– aprovecharon el festín para reivindicar tanto hedonismo oportuno. No hubo atisbo de conciencia comunicativa, algo que hacía bastante falta (convengamos que estas gentes tienen en sus manos una forma que marca el rumbo de más de un par de cabezas y que suele ir unida a grandes marcas).

Visto y oído
Lo que sigue es un extracto de curiosidades de CMYK.

•Contenidos: lo que venga, pero en clave fashion. Explica René Eller, director de la revista holandesa Baby: “Estudiamos, evaluamos y nos inspiramos en libros, películas, diseño, dibujos, garabatos, páginas web, tecnología digital, avances científicos, filosofía, noticias, comida, viajes, música… Claro que miramos más allá del presente, y de vez en cuando echamos vistazos a las cúspides olvidadas de las invenciones del pasado”. Juan José Muñoz, director de D-Látex, (incluye en la lista al punto cruz).
•Declaración de intenciones. “Queremos ser una revista de tendencias con ideología. Queremos contar cosas más allá de los límites que delimitan el género. Queremos ser serios sin dejar de ser hedonistas. Nuestra revista se puede leer, si te gusta leer, y se puede mirar, si sólo buscás la imagen”. Luciano Álvarez, director de la española Suite.
•Ante la pregunta cómo se detecta lo in y cómo se adaptan ustedes a las nuevas tendencias. “Todo consiste en tener los ojos bien abiertos y no frecuentar demasiadas fiestas y clubes de tu ciudad. Si creés lo que el moderno de turno considera lo máááásss, entonces estás frito. Nos adaptamos con naturalidad a lo que nos parece interesante” (José Manuel Bejarano, director de la española .H). “Lo ‘in’, si existe, se detecta en el ‘in’terior de cada uno. A nosotros nos interesan las cosas por lo que son, y no porque sean nuevas. No todo lo nuevo nos interesa. Estamos más preocupados por nuestras vidas, por ser ‘personas’ e intentamos transmitir nuestra experiencia más que dictar cánones de modernidad. Y, paradójicamente, esa actitud ¡¡es tendencia!!” (Juan Montenegro, director de la española B-Guided). Ok, ok: explicaciones no aptas para diabéticos, a otra cosa porque corremos el riesgo de quedar pegados.
•Kimberly Lloyd, de la alemana M Publication: “Te elevamos, te mostramos a vos y a tu trabajo. La gente creativa está invitada. Si hacés algo con nosotros, y lo mismo pasa con otras revistas, es porque tenés pasión”. Siendo el tema que no pagan a sus colaboradores, los freelancers en el auditorio son los que murmuran o mastican extrañamente mientras elevan los ojos al techo, suplicándole a un Dios en el que empiezan a creer que les provea trabajos de mozo de por vida.
•René Eller, de la revista Baby, de Holanda: “Hacemos medios para gente de medios, quienes las producen son los que las consumen. Quizás existe la fantasía de que producimos para otros y resulta que producimos para nosotros mismos”.
•Teresa Gallardo, redactora en jefe de la revista española Tendencias, dice que si hay elitismo en estas publicaciones es porque son minoritarias, porque las tendencias no tienen que ver con las masas. Pues… ojo al piojo, el asunto del gueto de entendidos puede llevar a confusiones funestas. Como le pasó a The Face. Parece que uno de sus puntos de inflexión fue la pretenciosa cobertura que hizo del acid house en los noventa: los periodistas hablaban como si todo el mundo conociera el nuevo género; y no era así.
•Lipovetsky: cuando la moda está en todas partes, cuando todos pueden acceder a la moda, la moda ya no es lo chic o lo elegante, sino lo extraño, lo inédito, lo insólito y lo magnífico.
•Recomendación: This is a magazine: www.thisisamagazine.com. Revista de arte, diseño y cuelgues varios que viene de Italia. Un despilfarro de virtuosismo en flash y en traducción de estéticas contemporáneas.

7:33 p. m.  

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