8/2/08

liberados del canon


METAL magazine
Hay indicios de que el funcionalismo ya no es lo que ha sido e incluso de que tal vez no haya sido lo que creemos que fue. O al menos, eso se empieza a oír.
Charlotte & Pieter Fiell, consultores ingleses de diseño y frecuentadores de Taschen, con quien llevan publicados ya ocho catálogos, acaban de sacar con la editorial de la globalización el compendio Design Now! Allí diagnostican un momento del diseño signado por la pluralidad de tendencias y alternativas. A los diseñadores ecologistas, según ellos, se suman en estos tiempos los nuevos artesanos, los nuevos funcionalistas y el que clasifican como “diseño humanista”. Una última categoría de diseñadores que no escapa a su ojo avizor es, en realidad, el segmento más obvio desde un punto de vista mediático —aunque ha de que vérselas con los sostenibles, que tan buena prensa vienen teniendo—. Éstos son los diseñadores artistas, que se dedican a la exploración de los límites estéticos más que a la solución de necesidades. Diseñan muebles y objetos en series limitadas que llegan antes a las galerías de arte que, si acaso, a los salones o los dormitorios. Zaha Hadid, Ron Arad e incluso Jayme Hayón son algunos de ellos.
En tanto, la lógica revisionista de Jean-Louis Gaillemin y su Design contre design, exposición que ha tenido lugar en París hasta el 7 de enero, da una vuelta de tuerca al asunto del diseño-arte, estira la cuerda hasta tensarla y consigue sacarle un chirrido agudo capaz de lograr toda la atención y hasta desquiciarnos un poco. Aquí también están Hadid y Arad, y hasta Hayón aparece en el catálogo, donde se agregan piezas para ayudar a dar forma a la idea. Pero además están las sillas “The Kiss” de Sarah Lucas, el espejo “Cristo y el cordero” de Jeff Koons, la silla “Le Corbusier” de Jorge Pardo y Giacometti con su lámpara “Tutankamón”, Dalí con “Los labios de Mae West” y Man Ray y Duchamp con “El testigo”. No se trata del aporte del arte puro al diseño de muebles, pero todas estas obras procedentes del terreno del arte han sido integradas, entre muchas más, en la nueva historia del diseño que propone Gaillemin.
(sigue en COMMENTS)

1 Comments:

Blogger Paula Yacomuzzi said...

Este historiador del arte niega el relato conocido del diseño, “ése que va de William Morris a Walter Gropius” y dice que hemos sido víctimas de un “camuflaje minimalista [que] está al servicio de una estética industrial” y que conduce directamente a los diseños del tipo Armani Casa. El diseño en el siglo XX puso la belleza al servicio de la funcionalidad, y ahí perdemos el rumbo, según Gaillemin. Éste niega las jerarquías y los progresos a los que estamos acostumbrados y cuestiona la sucesión ordenada de movimientos que recorre desde el Arts&Crafts inglés, la Secesión vienesa, el Art Nouveau, el modernismo catalán, la Secesión alemana, la Bauhaus y el constructivismo soviético hasta nuestros días de sostenibilidad aplicada.

Lo que sí interesa a Gaillemin es la contraposición y alimentación entre ideas y formas. Y así lo recoge en los doscientos años de mobiliarios y objetos de su Design contre Design. El quid del asunto está más bien en la convivencia de diseñadores como Joris Laarman, Jeroen Verhoeven, el Atelier van Lieshout, Tord Boontje, Philippe Stark y los hermanos Campana con clásicos como Gerrit Rietveld, Josef Hoffmann, Charles Rennie Mackintosh, Thonet y Hector Guimard. Contemporáneos, clásicos, olvidados y anónimos coexisten en un mismo conjunto, ordenados no cronológica sino temáticamente, de acuerdo a la exploración que hacen de las formas (la curva, la recta, el cubo, el biomorfismo), imaginarios que van desde el primitivismo (en Egipto, África, Irlanda y Noruega) hasta el maltrato de los muebles del hogar en las peleas familiares (lo cual da lugar de lámparas a floreros) y unas piezas imposibles como ridículas, pasando por búsquedas estilísticas y ornamentales que dan paralelismos en épocas disímiles. Un ejemplo de esto último es el set de té y café de Zaha Hadid, de 1997, junto a la tetera de Christopher Dresser, de alrededor de 1879. La metáfora del cuerpo y el sexo se hace realidad en otro apartado; además están aquí el mundo animal y vegetal y la arquitectura, y aun el reciclaje ha sido tenido en cuenta en su aporte al mobiliario doméstico.

En la nueva historia que propone Gaillemin, la funcionalidad se une a veces y, en otras ocasiones, da paso a la inspiración, la poesía, la esquizofrenia y el humor.

El catálogo recoge la exposición completa, agrega algunas piezas que vienen al caso y también nueve ensayos que hacen eco de las ideas de belleza —en territorios amplios, incluso en el diseño de moda—, que busca rescatar Gaillemin. El único inconveniente puede ser que aún está sólo en francés.

9:02 p. m.  

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